María de México

u
Por Xiuhnelli de la Torre
(México)
I
–Yo… me perdona, yo le tengo a usted un poco de lástima…
–No lo creo.
–Pues sí…
–Ah pero no lo creo, por qué me va a tener usted lástima.
–…Fíjese usted… yo creo que usted es al mismo tiempo una creación y una víctima de estos medios, del cine, de la televisión, del radio… porque… porque el cine la creó, el cine la hizo tan grande como usted es, pero usted no pue…
Son tres los personajes, un lujoso y amplio sillón solo para la protagonista, un auto al fondo del estudio y la inverosímil carcajada de mujer que sobresale de entre el coro de risas grabadas. Las preguntas y el humor de situación fueron acordados en el guión, pero las respuestas y los posibles arrebatos, al grado de abandonar el estudio si le da la gana, son desafíos angustiantes que impiden que la entrevista se vuelva una acción autoconclusiva…
–¡¡¡Mi tata Dios me creó, nada de cine ni nada de nada, no me crió nadie más que mi tata Dios!!!
II
–¿Y esto, es cierto que a usted su marido le dice puma?
–Me dice puma… es cierto… ¿y cómo sabe usted que me dice puma?
–Un reportero no revela sus fuentes…
A veces la mueca evidencia los nervios incontenibles, a veces es la imagen de una malicia celebratoria después de haber acorralado a una anciana de desplantes pueriles, la condescendencia no solo es humillante sino un acto cobarde de quien se sabe respaldado por una tremenda industria.
–Ya desde el mundo diplomático de Washington que se encuentran reunidas aquí en la Organización de los Estados Americanos, Los Violines Mágicos de Villafontana que fueron traídos por Televisa para amenizar, interpretan María bonita, la canción que le escribió Agustín Lara a esta bellísima mujer y que la identifica por todo el mundo…
–Es una muy bonita fiesta y gracias, gracias a los mexicanos y gracias a Televisa porque nos da esto.
En la pregunta, la palabra ofidio queda más como un implante desproporcionado y grotesco (como la enorme y rígida cabeza montada en el diminuto cuerpo del reportero), que acorde con la pretendida elegancia de los mentados violines del restaurante Villafontana.
–Es mucha más mi afición por los diamantes que por los ofidios.
–Es verdad…
–¡Porque tampoco me voy a colgar un pitón de verdad encima ¿no?!
III
–¿Qué tela es señora?
–¿Esta?… ¿tienes cinta métrica? porque fíjate que la han traído de París y yo no sé… poco más o menos lo que yo sé… perdonen… –El reportero le ayuda a desplegar la tela que justo ha llegado a mitad de la entrevista.
–Fíjate que es una tela muy sui generis, es exactamente igual de un lado que de otro… son como todas las cortinas que tengo aquí y nos hace falta para un mueble de ahí del breakfast. El procedimiento es que primero se hace lo de abajo, lo liso, luego se teje de un lado y luego del otro para que queden iguales, no tiene revés ni derecho, y luego después lo meten al río para que tenga esta cosa como tornasol, ¡es bonito!, ¿verdad?
–Es un bonito proceso…
Frente al inaccesible lujo «de una época mística del capitalismo», como dijera su amigo Monsiváis cuando habla de «sus anillos y colguijos», toda fantasía está permitida, como estar entre los franceses del Hippodrome de Longchamp presenciando el triunfo del purasangre Pancho Villa; o, con placer voyerista, mirar por algún resquicio a la hermosa lectora de Kafka escogiendo sus títulos en la Galignani; o imaginar las charlas con Frida y Diego, Villaurrutia, Buñuel y Dalí, Leonor Fini y la Carrington… «¡la aristocracia del talento!», así llama María a estos amigos; o cuestionar la veracidad de semejante vida. Absurda e inútil es la hazaña de algunos periodistas y biógrafos por encontrar a la «María real». María se tejió, y la tejieron, con las urdimbres y tramas de la belleza, la inteligencia, el dinero y el poder, con una revolución mexicana «que no fue», con un mestizaje sublimado, con idílicas civilizaciones prehispánicas, con los pedazos (monumentos, recintos y plazas) de la Ciudad de México, «¡intactos por el gran terremoto del 85!». María se despliega sin envés ni haz, «¡Soy María Félix, la mexicana María Félix!»; entre mexicanos se oye decir «¡Pancho Villa invadió Estados Unidos y María Félix rechazó a Hollywood!». María la mexicana se teje, se despliega, cobija y divide…
–¡Es un proceso tremendo!
IV
–Yo no tolero la Ciudad de México sucia, es una maravilla, esas casas, esa catedral que es la más hermosa de toda la América y es cierto, yo me conozco toda la América y no hay una catedral como esa.
–Y si toleramos la suciedad, toleramos la corrupción, toleramos el saqueo…
–Claro.
–…toleramos la impunidad…
–Y el lavadero y el lavadero y etcétera, etcétera.
–Fíjate, y somos capaces de tolerar hasta las fiscalías especiales…
–¿Qué es eso?
–…para invest…
–¿Qué es eso?
–…investigar los crímenes, cuando algo… cuando algo quieres que no funcione en la administración de justicia…
–Sí…
–…en la aplicación de justicia…
–Sí…
–Formas una fiscalía especial, por ejemplo para investigar el crimen de Colosio[1], porque no va a pasar nada con esas fiscalías… pues nos hemos vuelto demasiado tolerantes, toleramos que nos tomen el pelo, de pr…
–¿Y lo de Aguasblancas[2], qué te parece?
–………………………eh, sí… sí…………………………………………………………. Fíjate que me gusta mucho María Félix.
–¿Te gusto yo?
–Sí.
[1] Luis Donaldo Colosio fue candidato del PRI a la presidencia en 1994, año crucial para México, particularmente porque sigue su cauce el Tratado de Libre Comercio, que entra en vigor un año antes, y el levantamiento del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional en Chiapas. En una gira de campaña, mientras caminaba entre la multitud, recibió dos disparos, uno en el abdomen y otro en la cabeza. Se piensa que Carlos Salinas de Gortari, presidente en turno, lo manda asesinar por rompimientos ocasionados debido a supuestas medidas tomadas en el conflicto con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y por la supuesta crítica al presidencialismo por parte de Colosio. Mario Aburto fue “el asesino oficial”, chivo expiatorio, aún sigue sin esclarecerse el asesinato.
[2] Se refiere a la masacre de Aguas Blancas en 1995, en el estado de Guerreo (donde también se encuentra Ayotzinapa), murieron diecisiete campesinos de la Organización Campesina de la Sierra Sur. Se considera un crimen de Estado porque fueron agentes de la policía estatal quienes dispararon cuando los campesinos se dirigían a un mitin para exigir la aparición de uno de sus compañeros. Un año después, sólo se destituye al gobernador en turno Rubén Figueroa. Los familiares siguen exigiendo justicia.
REFERENCIAS
Bibliográficas
Monsivais, Carlos. «Crónica de sociales: María Félix en dos tiempos», en Escenas de pudor y liviandad, México, Debolsillo, 1997, pp. 169-176.
Videos
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